lunes, 9 de abril de 2012

Balance energético de la Tierra La atmósfera es clave en el mantenimiento del equilibrio entre la recepción de la radiación solar y la emisión de radiación infrarroja. La atmósfera devuelve al espacio la misma energía que recibe del Sol. Esta acción de equilibrio se llama balance energético de la Tierra y permite mantener la temperatura en un estrecho margen que posibilita la vida. En un periodo de tiempo suficientemente largo el sistema climático debe estar en equilibrio, la radiación solar entrante en la atmósfera está compensada por la radiación saliente. Pues si la radiación entrante fuese mayor que la radiación saliente se produciría un calentamiento y lo contrario produciría un enfriamiento. Por tanto, en equilibrio, la cantidad de radiación solar entrante en la atmósfera debe ser igual a la radiación solar reflejada saliente más la radiación infrarroja térmica saliente. Toda alteración de este balance de radiación, ya sea por causas naturales u originado por el hombre (antropógeno), es un forzamiento radiativo y supone un cambio de clima y del tiempo asociado. http://spanish.peopledaily.com.cn/32001/99056/99094/6834116.html Sobre la evolución de los balances energéticos de la agricultura española, 1950-2000 Óscar Carpintero y José Manuel Naredo El primer cálculo publicado en España en relación con los balances energéticos lo llevaron a cabo P. Campos y J.M. Naredo en el libro Extremadura saqueada (1978). Dado el objetivo perseguido por aquel texto, la herramienta energética se utilizó como un buen instrumento para «desvelar la realidad material en que se traduce la dominación» territorial. Desde el principio estos autores advirtieron que no se trataba de sustituir el análisis monetario convencional por un reduccionismo energético alternativo, sino de enriquecer las interpretaciones desvelando nuevas dimensiones del proceso agrario. Del análisis energético de la agricultura y la ganadería extremeñas se deducía, por un lado, que los métodos industriales de producción habían reducido el aprovechamiento de los reempleos propios del sector (estiércol, ganado, semillas, piensos…), llevando a la progresiva dependencia de inputs externos (fertilizantes, maquinaria, piensos compuestos, herbicidas…), y provocando que esta región, a mediados de los setenta, sólo pudiese reponer en forma de productos agrícolas el 97 por 100 de la energía incorporada en la utilización de esos inputs externos por la actividad agraria. HISTORIA AGRARIA · n.º 40 · Diciembre 2006 · pp. 531-554 ·© SEHA

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